escritores en la edad media

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LA DIVINA COMEDIA -


La Divina Comedia (en italiano: Divina Commedia) es un poema teológico escrito por Dante Alighieri. De este se desconoce la fecha exacta en que fue escrito aunque las opiniones más reconocidas aseguran que el Infierno pudo ser compuesto entre 1304 y 1307–1308, el Purgatorio de 1307–1308 a 1313–1314 y por último, el Paraíso de 1313–1314 a 1321 (fecha esta última, de la muerte de Dante). Se considera por tanto que la redacción de la primera parte habría sido alternada con la redacción del Convivium y De Vulgari Eloquentia, mientras que De Monarchia pertenecería a la época de la segunda o tercera etapa, a la última de las cuales hay que atribuir sin duda la de dos obras de menor empeño: la Cuestión del agua y la tierra y las dos églogas escritas en respuesta a sendos poemas de Giovanni del Virgilio.


Introducción

La Divina Comedia es considerada como una de las obras maestras de la literatura italiana y literatura universal. Numerosos pintores de todos los tiempos crearon ilustraciones sobre ella; destacan Botticelli, Gustave Doré, Dalí y William Adolphe Bouguereau. Dante Alighieri la escribió en el dialecto toscano, matriz del italiano actual el cual se usó entre los siglos XI y XII.


Estructura

Cada una de sus partes está dividida en cantos, a su vez compuestos de tercetos. La composición del poema se ordena según el simbolismo del número tres (número que simboliza la trinidad sagrada, Padre, Hijo y Espíritu Santo, así como también el número tres simboliza el equilibrio y la estabilidad en algunas culturas, y que también tiene relación con el triángulo): tres personajes principales, Dante, que personifica al hombre, Beatriz, que personifica a la fe, y Virgilio, que personifica a la razón; la estrofa tiene tres versos y cada una de las tres partes cuenta con treinta y tres cantos. Adicionalmente, Dante utiliza el número 10 como cabalístico (como número pitagórico), hecho que vemos en los cien cantos de la comedia (33 en cada reino más el canto introductorio) o en los diez niveles del infierno (nueve círculos más el anteinfierno de los indiferentes). La estructura matemática de la Divina comedia, por otra parte, es mucho más compleja de lo que aquí se esboza. El poema puede leerse según los cuatro significados que se atribuyen a los textos sagrados: literal, moral, alegórico y anagógico. En este poema, Dante hace gala además de un gran poder de síntesis que es característico de los grandes poetas.


Infierno

La primera parte narra el descenso del autor al Infierno, acompañado por el poeta latino Virgilio, autor de la Eneida, a quien Dante admiraba. Acompañado por su maestro y guía, describe al infierno que tenía una forma de un cono con la punta hacia abajo y los nueve círculos que poseía en los que son sometidos a castigo los condenados, según la gravedad de los pecados cometidos en vida, en el último círculo "judesco", Dante describe que había una especie de palacio en el cual se hallaban los que traicionaban a sus bienhechores y allí se encontraba Lucifer, él lo describe como un demonio de tres cabezas y dentro de la boca de la principal se hallaba Judas, al cual mordía con sus filosos colmillos como un juguete de plástico, y se escuchaban gritos de dolor por parte de Judas. Dante encuentra en el Infierno a muchos personajes antiguos, pero también de su época, y cada uno de ellos narra su historia brevemente a cambio de que Dante prometa mantener vivo su recuerdo en el mundo; cada castigo se ajusta a la naturaleza de su falta y se repite eternamente. Es particularmente recordada la historia de Paolo y Francesca, amantes adúlteros que se conocieron al leer en el libro de Lanzarote, los amores de la reina Ginebra y esta persona, que fue motivo de inspiración y homenaje por poetas románticos y contemporáneos, así como la historia del conde Ugolino da Pisa, el último viaje de Ulises, tránsito por el bosque de los suicidas, la travesía del desierto donde llueve el fuego y la llanura de hielo de los traidores, estos últimos, considerados los peores pecadores entre todos.


Purgatorio

En esta segunda parte, Dante y Virgilio atraviesan el Purgatorio, y allí se despiden, pues a Virgilio, un pagano, no le está permitido entrar al Paraíso. La despedida de ambos es señalada por muchos críticos como uno de los momentos más conmovedores del libro. El purgatorio es una montaña de cumbre plana cuyas laderas son escalonadas y redondas, simétricamente al Infierno. En cada escalón se redime un pecado, pero los que lo redimen están contentos porque poseen esperanza. Dante se va purificando de sus pecados en cada nivel porque un ángel en cada uno le va borrando una letra de una escritura que le han puesto encima. En el purgatorio encuentra a famosos poetas, entre ellos a Publio Papinio Estacio, autor de la Tebaida. Cerca de la cumbre está la fuente Eunoe, en la que al beber se olvidan todas las cosas malas y sólo se recuerdan las buenas.


Paraíso

En el Paraíso, de estructura no menos compleja que la del Infierno y concebido como una rosa negra inmensa en cada uno de sus pétalos negros se encontraba un alma, y en cuyo centro mareante se encuentra Dios, Dante encuentra a su amada, Beatrice (Beatriz), cuyo nombre significa precisamente «dadora de felicidad» y «beatificadora», cercana a Dios en el centro del Empíreo rodeado de los coros angélicos. Cuando el poeta dirige la mirada a Él su memoria se desborda, se desmaya y despierta.
Dante Alighieri llamó sencillamente Commedia a su libro, pues, de acuerdo con el esquema clásico, no podía ser una tragedia, ya que su final es feliz. El libro suele presentarse actualmente con un gran cuerpo de notas que ayudan a entender quiénes eran los personajes mencionados. Estos comentarios incluyen interpretaciones de las alegorías o significados místicos que contendría el texto, que otros prefieren leer como un relato literal. Esta tendencia se acentuó en el siglo XX entre los exégetas y críticos de La divina comedia, muchos de los cuales sostienen que Dante narró una historia en el mundo material de ultratumba tal como se lo concebía en su tiempo. Miguel Palacios, por otra parte, destacó la importancia de la escatología musulmana en la estructura del Infierno dantesco. La mejor traducción española en verso es la del poeta, crítico y traductor Ángel Crespo.

LITERATURA ESCRITA POR MUJERES


Aunque las mujeres en el período medieval no se encontraran en igualdad de condiciones con los hombres (de hecho, abundaban los folletos misóginos, aunque muchas sectas, como los cátaros, ofrecían derechos y un estatus mayor a la mujer), algunas mujeres fueron capaces de utilizar su habilidad con la palabra escrita para ganar renombre. La escritura religiosa fue la opción más fácil para ellas — las mujeres que eran posteriormente canonizadas como santas solían haber publicado sus reflexiones, sus revelaciones y sus oraciones. La mayor parte de los conocimientos actuales acerca de las mujeres en la Edad Media han sido adquiridos a través de los trabajos llevados a cabo por monjas como Clara de Asís, Brígida de Suecia y Catalina de Siena.

Sin embargo, las perspectivas religiosas de las mujeres fueron frecuentemente tachadas de poco ortodoxas por el poder establecido, y las experiencias místicas de autoras como Juliana de Norwich e Hildegard de Bingen nos dan una visión de una de las experiencias medievales menos confortables para las instituciones que gobernaron Europa en esa época. Las mujeres también escribieron algunos textos influyentes entre los escritos laicos — las reflexiones en el amor cortés y en la sociedad por Marie de France y Christine de Pizan continúan siendo estudiadas por sus avanzados puntos de vista de la sociedad medieval.

La literatura laica en este período no fue tan productiva como la literatura religiosa, pero gran parte del material ha sobrevivido y poseemos hoy una gran cantidad de obras de la época, crítica con la corrupción del clero.

El tema del amor cortés cobró importancia en el siglo XI, especialmente en las lenguas romances, principalmente el francés, el español, el provenzal, el gallego y el catalán, y en las lenguas griegas, dónde los cantantes ambulantes — los trovadores — se ganaban la vida con sus canciones. Los escritos de los trovadores suelen ir asociados al anhelo no correspondido, pero no siempre es así, como se puede ver en la Alborada. En Alemania, el Minnesänger continuó la tradición de los trovadores.

Además de los poemas épicos típicos de la tradición alemana, como el Beowulf o el Cantar de los nibelungos, otros poemas épicos incluidos dentro de los cantares de gesta como el Cantar de Rolando y el Digenis Acritas, que tratan sobre la Materia de Francia y las canciones acríticas respectivamente, y los amoríos corteses a la manera de la cortesía romance, que tratan sobre la Materia de Bretaña y la Materia de Roma, lograron alcanzar una gran popularidad. El romance cortés no se distingue únicamente de los cantares de gesta por los temas tratados, sino también por su énfasis en el amor y en el código de honor de la caballería, en lugar de centrarse en acciones de guerra.

También se pueden encontrar en este período poesías políticas, especialmente a finales de la Edad Media, escritas tanto por clérigos como por escritores laicos, que utilizaban la forma del goliárdico. La literatura de viaje también fue muy popular en esta época, cuyos escritos entretenían a la sociedad con historias de fabulosas tierras (si no embellecidas, muchas veces falsas) más allá de las fronteras que la mayoría de las personas nunca habían cruzado. Cabe destacar la importancia de los peregrinajes en esa época, especialmente el de Santiago de Compostela, fuente de fábulas e historias influidas por la prominencia de los Cuentos de Canterbury de Geoffrey Chaucer.

LITERATURA RELIGIOSA


Los trabajos relacionados con la teología fueron el tipo de literatura dominante a lo largo de la Edad Media; el clero católico era el centro intelectual de la sociedad en esta época, razón por la que su producción literaria fue, con diferencia, la más productiva.

Numerosos himnos de esta época han sobrevivido al paso del tiempo, tanto litúrgicos como paralitúrgicos. La liturgia en sí misma no estaba establecida y numerosos misales competían y alegaban concepciones individuales de la misa. Ciertos estudiosos religiosos como Anselmo de Canterbury, Santo Tomás de Aquino y Pierre Abélard escribieron largos tratados sobre teología y filosofía, tratando de reconciliar las enseñanzas de los autores griegos y paganos romanos con las doctrinas de la Iglesia Católica. Las hagiografías, o las vidas de los Santos, también fueron escritas principalmente durante este período, a modo de estímulo para el devoto y de advertencia para el resto.


Los caballos con cabeza de león, Apocalipsis de Saint-Sever.La Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine alcanzó tal popularidad que, en su tiempo, fue probablemente leído más a menudo que la Biblia. San Francisco de Asís fue otro prolífico poeta y los seguidores de su orden, los franciscanos, solían escribir poemas como una expresión de su piedad. Las obras Dies Irae (Día de la Ira) y Stabat Mater (Estaba la Madre) son probablemente dos de los mejores poemas latinos en materia de religión. La poesía goliárdica (estrofas de cuatro líneas de versos satíricos) fue una forma de arte utilizada por algunos clérigos para expresar su desacuerdo en algún tema. El único escrito religioso ampliamente extendido y no escrito por clérigos fueron los juegos misteriosos: perdiendo con el tiempo promulgaciones simples del tableaux de una escena bíblica sola, cada auto religioso se convirtió en la expresión de su pueblo de los acontecimientos cruciales en la Biblia. El texto de estas obras teatrales normalmente era controlado por las cofradías locales, y los autos religiosos eran llevados a cabo regularmente en días festivos determinados, a menudo durando todo el día y parte de la noche.

Durante la Edad Media, la población judía residente en Europa también produjo un cierto número de escritores destacados. Maimónides, nacido en Córdoba (España), y Rashi, nacido en Troyes (Francia), son dos de los más conocidos y que más influencia tuvieron de entre los autores judíos.

ANONIMATO

Una gran cantidad de obras pertenecientes a la literatura medieval son anónimas. Esto no es debido únicamente a la falta de documentos de este período, sino también a que el papel que jugaban los autores en aquella época difiere considerablemente de la interpretación romántica del término en la actualidad. Los autores medievales estaban sometidos a menudo a los escritores clásicos y a los Padres de la Iglesia Católica, y tendían a re-escribir historias, que habían oído o leído, de forma embellecida, más que a crear historias nuevas. E incluso cuando creaban una nueva historia no suele quedar claro quien era el autor, ya que atribuían ciertas ideas a otros libros de otros autores. Esto hace que el nombre de los autores individuales sea poco o nada importante y por ello, los grandes trabajos de la época nunca son atribuidos a una persona en concreto.

¿QUE ES?


Se denomina literatura medieval a todos aquellos trabajos escritos principalmente en Europa durante la Edad Media, es decir, durante los aproximadamente mil años transcurridos desde la caída del Imperio Romano de Occidente hasta los inicios del Renacimiento a finales del siglo XV. La literatura de este tiempo estaba compuesta básicamente de escritos [[religiónreligiosos amplio y complejo, que abarca desde los escritos más sagrados, hasta los más profanos. A causa de la gran amplitud espacial y temporal de este período se hace difícil hablar de la literatura medieval en términos generales sin caer en simplificaciones. Por ello, es más adecuado caracterizar las obras literarias por su lugar de origen, su lenguaje o su género.